February 2, 2006

De caza

En estos días recientes, varias amigas han compartido conmigo momento profundos, importantes y contundentes de su vida, honrándome con su confianza y permitiéndome vivir con ellas cada sentimiento por el que están pasando.

Me siento afortunada por ello, y hoy quiero dedicarles mis risas, mis lágrimas, mis deseos y mis reflexiones a tan admiradas y amadas mujeres.

No soy muy buena escribiendo cuentos, pero escribí éste pensando en ellas, en mi y en "Eva" de Silvio Rodríguez...


Sus pasos resuenan en el silencio de la noche. La expresión de su cuerpo indica confianza en sí misma: cabeza erguida, paso firme, mirada desafiante, sentidos alertas, movimientos elásticos, deseo en la piel...

Busca su presa en silencio, evitando hacer un ruido o un movimiento que pudiera poner en alerta a su alrededor. Escucha los sonidos, olfatea suavemente, elige con calma a su presa y el momento propicio para iniciar su cacería.

Su víctima se ha dado cuenta de su presencia pero no sospecha nada; su cuerpo pequeño no es amenaza y parece más un bocado que un peligro. Hambriento, se acerca confiado para atacar pero los movimientos rápidos con que ella se mueve le sorprenden sin darle tiempo de pensar.

Todo ocurre con una velocidad vertiginosa. La lucha, la adrenalina corriendo por su ssangre, los sentidos más alerta que nunca, la tensión de los cuerpos cubiertos de sudor... Ya hay un vencedor. Ella devora su carne con satisfacción infinita, relamientose gustosa hasta saciarse completa.

La noche vuelve a aquietarse y el silencio envuelve todo una vez más. Sus pasos resuenan nuevamente al caminar mientras se aleja del cuerpo tendido de su presa sin mirar atrás. Sigue su camino solitario hasta su próxima búsqueda.

No se amedrenta. Se sabe una cazadora de hombres.


2/feb/06

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